Tratando de escuchar a los demás
En el día a día, uno vive inmerso en sus propios pensamientos y se ve tentado a expresarlos en palabras para que los demás escuchen pero también es necesario escuchar a los otros aunque cueste.
Estimados suscriptores y amigos, hace ya varios días que no escribo, motivado en parte por el exceso de trabajo pero también porque quería leer un poco más y en cierto modo escuchar a otras personas, antes que escribir yo mismo.
Y no se si lo logré, pero acá estamos de vuelta, con ganas de compartir un poco más de mis humildes experiencias y pensamientos por si le sirven a alguien y sobre todo porque también quiero que me sirvan a mí.
Quiero confesar que estoy muy motivado por formar una comunidad que nos ayude a todos. Juntos somos más, podría llamarse. Soy un convencido de que siempre podemos ayudar a los demás y que los demás también siempre nos pueden ayudar en todo sentido.
Por algo no vivimos solos en este mundo, aunque algunos puedan sentirse muy solos.
Y quizás eso se deba a la tendencia que tenemos de hablar mucho y escuchar menos.
Hacemos como que escuchamos pero no siempre ponemos atención. (¡Ouch!)
Así que la invitación que te quiero compartir hoy, es a practicar de a poco el arte de escuchar. Mira a la persona que te habla, suelta el teléfono y deja lo que estés haciendo para concentrarte en el que te está hablando.
Esta semana dediqué unos minutos a conversar con varias personas. Estaba en eso cuando me interrumpieron (así lo sentí en ese momento) para preguntarnos si asistiríamos a una misa por el fallecimiento de un estudiante.
¿Cuándo falleció? ¿Qué le pasó? Fueron mis preguntas casi por buena educación, pero también un poco intrigado porque no me había enterado de ningún fallecimiento de alumnos en el corto plazo.
Me informaron que se trataba de un joven que se quitó la vida en el mes de febrero. Estudiante de una carrera del área de la salud. Según el testimonio de sus docentes, se trataba de un joven que sufría por el y también por el sufrimiento de los demás. Era un joven retraído pero que manifestaba que quería ayudar a los otros que estaban en su misma situación.
Lamentablemente encontró la solución a sus problemas en ponerle fin a su vida y dejar a sus cercanos con una pérdida inolvidable.
Sinceramente no lo juzgo. No podemos hacerlo, después de todo habrá tenido sus razones aunque no hayan sido las más adecuadas. Una verdadera pena, sobre todo por los que se quedan.
Y no puedo dejar de pensar en que pudimos hacer algo más. Bueno, yo ni me enteré así que no me siento tan culpable, pero igual me da lata. Un poco, claro. Luego me acuerdo que tengo más de mil estudiantes y se me pasa. El show debe continuar.
La semana pasada hicimos una actividad masiva obligando a casi 200 estudiantes a escuchar un par de charlas sobre equidad de género.
Se trataba del lanzamiento del programa Más Mujeres en las Tics, que busca, entre otras cosas, fomentar que más niñas se interesen por estudiar alguna carrera tecnológica.
Yo digo que puede ser en cualquier institución, cualquier carrera del rubro. Son todas buenas, lo importante es que las niñas tomen una decisión informada. Y si después de todo, se convencen de que verdaderamente no les gustaría estudiar ni trabajar en tecnología, entonces que les vaya muy bien, pero lo habremos intentado.
Uno de mis docentes cercanos me dijo que la actividad había sido muy aburrida. No le gusta tanto esto de fomentar la equidad de género. Le gustan las mujeres, pero parece que para otros fines. El dice que no está en contra de que existan más mujeres en las tics, pero yo creo que de verdad no le interesa tanto. Al menos no por ahora. Y eso está bien, porque no podemos obligar a todos a pensar igual.
Lo curioso, es que en paralelo tomé la decisión de hacer algo más participativo y al profe no pareció interesarle demasiado. Si no hay money, no me sirve, debe haber pensado. Y tal vez tenga razón, aunque para mí se trata de una gran oportunidad para escuchar a nuestras estudiantes.
En lo administrativo ya logramos cumplir con el hito de hacer un evento masivo en un auditorio y se consiguió. Las fotos quedaron bonitas, salió una nota en la web institucional y algunos participantes se motivaron inscribiéndose para un taller aplicado.
Y llegó el día de realizar el taller. Y casi todos, menos yo por supuesto, estaban con un poco de desgano. No le veían sentido parece, pero yo no perdí la fe y preparé durante un par de horas una sencilla actividad donde los asistentes pudieran participar en vez de solo sentarse a recibir información.
Preparé un breve cuestionario con 4 simples preguntas. ¿Qué expectativas tienes de la actividad? ¿Qué deberíamos hacer para que más mujeres estudien tecnología? ¿Cómo puedes ayudar? y ¿Qué te gustaría aprender?
Una estudiante de último año nos comentó que nunca supo que en la comunidad se realizaban cursos y torneos de robótica. Le gustaría que esas actividades se dieran a conocer más.
Otro estudiante de primer año manifestó que era seguidor de una joven influencer que anima a las niñas a programar y que le gustaría ser parte de algo así.
Y nuestras estudiantes líderes de la comunidad pudieron relatar en primera persona los viajes y proyectos que realizaron en 2023 invitadas por la institución. Todo muy entretenido por supuesto.
Al igual que en jornadas anteriores, cuando hemos intentado escuchar a los participantes, me he sorprendido con algunas historias y me he alimentado con información importante sobre lo que piensan nuestros jóvenes, más allá de lo que significa interactuar con ellos al momento de impartir alguna asignatura técnica.
Terminé el día con una grata sensación por habernos dado la oportunidad de escuchar a los demás y con la enorme tarea de buscar más o mejores formas de comunicar lo que hacemos y canalizar las excelentes oportunidades que se pueden generar cuando trabajamos en conjunto y nos escuchamos unos a otros.