Salud y voluntad
Acompañando a familiares cercanos a centros de salud, no puedo dejar de reflexionar sobre la alta demanda de atenciones médicas y cómo nuestra voluntad impacta en nuestro cuerpo.
La semana pasada me invitaron al gimnasio y aproveché de realizar un trabajo focalizado de fuerza con pesas, cosa para la cual no estoy muy preparado pero me pareció interesante.
Como consecuencia de lo anterior, estuve entre 3 y 4 días con un dolor salvaje en los brazos a tal punto que en ocasiones me tuve que ir a tender en la cama y tuve que dormir un rato porque me dolía demasiado, como si tuviese todo el cuerpo cortado.
No quise tomar antinflamatorios. Solo me mantuve con algunas infusiones de menta o de manzanilla y el resto de mi rutina fue más o menos normal. En general tengo como política evitar el consumo de medicamentos a menos que sea estrictamente necesario.
Quisiera decir que por ir al gimnasio hubo un gran avance en materia de salud física, pero en realidad después del ejercicio llegué a la casa, en principio muy motivado por comer sano, pero me esperaban 2 trozos de pizza, pan amasado, doritos y un queque, a los cuales no me pude resistir.
Ayer lunes, nuevamente fui al gimnasio, troté unos 25 minutos, hice otros 15 de bicicleta y realicé un trabajo de pesas un poco menos exigente que la vez anterior. Al regresar a la casa, por fin pude comer un poco mejor y solo me comí una unidad de pan con queso. (Ya venía varias semanas comiendo entre 2 o 3 panes a la hora del te por lo que comerme uno solo fue un desafío personal.)
Adicionalmente tomé agua y esta mañana de nuevo tuve un desayuno saludable aunque no les voy a mentir. Llegando a la oficina, al momento de escribir estas líneas, ya tengo un poco de hambre, pero tengo intenciones de avanzar un poco en mi fuerza de voluntad. Después de todo, si ayer fui capaz de ir por segunda vez al gimnasio, cómo no voy a poder retomar mis hábitos de alimentación saludable que me hicieron bajar de peso anteriormente cuando los llevé a cabo.
Dicen que la fuerza de voluntad, nos permite ser capaces de postergar una gratificación instantánea y a corto plazo, en pos de un beneficio mayor a largo plazo. La verdad es que cuando comencé con mi lucha personal por mejorar mis hábitos cotidianos, lo hice motivado, en parte por temas de salud mental, también por buscar una mejora en mi estado de salud futuro.
Con apenas 44 años de edad, tengo algunos dolores en el cuerpo que no debería tener aún, y el susto de llegar a una diabetes o algo por el estilo en el corto y mediano plazo, me ha hecho tomar decisiones como dejar el azúcar en los líquidos y disminuir todo lo posible el consumo de bebidas gaseosas. Es decir, postergar algunos placeres inmediatos para obtener beneficios futuros.
Algunas cosas que dan vueltas por mi mente por estos días
Estuve mirando un curso gratuito del Mago More, un español muy simpático que se dedica al humor y a las charlas empresariales con foco en mejorar la productividad personal. Una de las cosas que recomienda More, tanto en su libro como en sus charlas, cursos y podcasts, es que si eres más eficiente en el uso de tu tiempo cada día, podrás hacer más y mejores cosas y por sobre todo, enfocarte en lo más importante para tí. Por ejemplo, recomienda iniciar el día dedicando tus esfuerzos a tus temas más importantes, antes de meterte en algo que el denomina “el infinito”.
Un caso típico, al llegar a la oficina la primera tentación que uno tiene es abrir el correo y comenzar a responder un mensaje tras otro, en una cadena de temas que nunca termina. Incluso a veces uno al responder un correo, inmediatamente recibe respuestas y el tema vuelve a reactivarse una y otra vez. ¿A quién no le ha pasado?
Lo que recomienda More, es que no partas por las tareas del infinito. Sino que inicies con lo más importante para tí, con lo que sientes que te hace avanzar, y luego de avanzar un poco en eso, te puedes dedicar al resto de tus actividades laborales o académicas. Eso genera que tarde o temprano, tengas que incorporar más tiempo en tus mañanas, lo que desemboca inevitablemente en la necesidad de madrugar para poder empezar el día dedicado a tus temas relevantes.
Luego, también recomienda agrupar las tareas por lotes. Es decir, si vas a responder correos, hacer solo eso durante un tiempo determinado. Luego, juntar en otro horario las llamadas telefónicas y en otro horario, algun otro tipo de actividades que debas realizar. En mi caso, durante determinado tiempo solo me dedico a resolver solicitudes del CRM relacionadas con convalidaciones de prácticas y no veo ningún otro tema que no sea eso hasta que se acaban. Luego me dedico a otro tema, que pueden ser las compras o administración del presupuesto de la carrera, luego los temas de escuela de casa central y así sucesivamente. Agrupar por lotes es el concepto.
La razón de lo anterior tiene que ver con el gasto de energía que hace nuestro cerebro cada vez que cambia de tema. Además te permite avanzar en las tareas hasta finalizarlas o por lo menos sentir que avanzaste un poco en el tema. Dividir tareas complejas en tareas más pequeñas también es una buena práctica recomendada habitualmente.
Todo lo anterior se vuelve muy importante cuando el principal efecto del estrés, la falta de voluntad, el comer mal o el no hacer actividad fisica, repercute en tu propia salud ya sea actual o futura. La mejor solución a evitar pasar horas de tu vida en una sala de espera de atención médida, es comenzar ya mismo a tomar pequeñas acciones que te permitan tener un mejor futuro.
Es cierto que últimamente no he comido de la forma más saludable y he caído en atracones de ansiedad comiendo tortas, dulces y masas en general, pero es una lucha que va y viene y que quizás nunca esté totalmente superada. Por ahora hay que concentrarse en avanzar, aunque sea de a poco.