La bicicleta me tiene loco
Años atrás vi a un vecino en bicicleta y lo encontraba pobre por transportarse así. Hoy trasladarme en bicicleta me alucina
Cuando era niño vivía en la ciudad de Puerto Montt, al sur de Chile. Ahí nací y viví hasta los seis años de edad. Hice mi primer año de colegio y también aprendí a andar en bicicleta en los pocos días del año en que no llovía.
Recuerdo como si fuera ayer cuando mi madre me decía que en Puerto Montt solo había veinte días de sol al año. Desconozco si con el cambio climático la cosa sigue igual, pero recuerdo casi cuarenta años más tarde, algunas de las memorables jornadas andando en bicicleta en esa época.
Estaban pavimentando la calle, habían unos montículos de ripio y la tierra aún estaba húmeda, como siempre en esa zona. Mi bicicleta era azul con ruedas blancas y marca Bianchi. Ahora recuerdo que años después mi papá la pintó de color rosado para que la pudiera seguir usando mi hermana tres años menor que yo. (Recuerdo desbloqueado)
La cosa es que un día me visitó mi primo Alejandro, que vive y vivía en Concepción. Creo que el ha vivido casi toda la vida allá, excepto un par de años que estuvo en Santiago. Fueron unos años maravillosos pero ya hablaré de ello en otra ocasión así que si te interesa suscríbete a mi lista de correos.
Y con mi primo intentamos aprender a andar en la bici sin rueditas, y años más tarde, ya viviendo en Santiago, salía a andar en bici todo lo que podía y daba cientos de vueltas a la misma manzana. Me imaginaba que era “una micro” una especie de bus urbano con recorrido y todo. Le poníamos trozos de envases de yogurth a las ruedas para que sonaran como una moto. Le agregábamos pedacitos de ramas de plantas al manubrio para que tuviera adornos como lo hacían los buses más folclóricos de la época e intentábamos tener una bocina o algo que sonara para avisar a la gente que se moviera y no fuera atropellada.
Una vez iba tan rápido y con mi hermana menor como pasajera, que nos estrellamos directo contra un árbol y ella o yo, nos pegamos muy fuerte en la cabeza. Otras veces resbalaba en las curvas y quedaba con profundas cicatrices en las piernas, rodillas y codos. Pero todas las veces mi imaginación volaba tan rápido como la bicicleta y lo pasaba increíble.
En algunas oportunidades me animaba a romper con el permiso que tenía para andar solo por la manzana y me largaba a explorar la población por calles más lejanas. Incluso me atrevía a bajar a la avenida principal y andar algunos tramos en medio de vehículos, camiones y buses. ¡Qué lejos podía ir! Hasta salí de excursión un par de veces con un vecino a la carretera, muy lejos casi saliendo de la ciudad. ¡Qué lindos recuerdos!
Y ahora, a mis ya 43 años de edad, volví a desempolvar una bicicleta vieja que tenemos en casa, una que compraron mis padres cuando estaba en la universidad con la justificación de que mi hermana necesitaba mover sus rodillas por temas de salud. Y aburrido por el atochamiento interno de la locomoción pública, por el tráfico cuando uso el auto de la casa o por las demoras e incomodidades de “caminar” entre el paradero del colectivo y la oficina, comencé a probar ir en bicicleta al trabajo.
Los primeros días, llegaba muy sudado y cansado. Era difícil y la bicicleta no estaba en buenas condiciones mecánicas. Los frenos casi no funcionaban, los cambios de la cadena no andaban y hasta las ruedas no tenían el aire adecuado.
De eso queda poco, la bici ya tiene frenos nuevos, una cadena ajustada y las ruedas están un poco más infladas. Del sudor, ya lo tengo más o menos controlado. Aunque haga frío o calor, como ya me acostumbré al ejercicio intenso, leve o moderado, el sudor que desarrollo depende mucho de la intensidad que le ponga a la conducción.
Si tengo tiempo y no me quiero cansar mucho, me voy despacio. Si voy apurado y puedo soportar un poco el exceso de sudor, le pongo intensidad y fuerza al pedaleo y he llegado a establecer un récord de casi 15 minutos entre la casa y la oficina.
Cuando voy lento, me he demorado hasta 40 minutos. Prácticamente lo mismo que si me voy en transporte público o en nuestro auto
¿Por qué me tiene loco la bici?
Resulta que ayer por flojera no me levanté a las 5. Me había acostado muy tarde y sin una rutina adecuada, lo que confabuló en mi contra. Así que apenas alcancé a realizar mi ducha de 2 minutos de agua fría, pero no hice mis veinte minutos matutinos de ejercicio. Por lo anterior, medio acomplejado, opté por ponerle fuerte intensidad al pedaleo, y mucha constancia.
Mientras llegaba a la avenida principal, vi una micro de las que me llevaban a la oficina y quise pedalear con fuerza pero moderadamente para ver si la podía alcanzar. Y le gané por lejos. La micro iba parando en cada esquina para tomar y dejar pasajeros y se iba quedando en los semáforos en rojo y en el tráfico y mi camino por la ciclovía se comenzó a llenar de luces verdes y de cruces sin tráfico. Me fui casi todo el viaje sin parar y pedaleando de forma constante y cuando miré hacia atrás ya no volví a ver el bus. (Y estoy seguro que no me adelantó tampoco por si estás pensando eso)
Por otro lado, esta mañana al subirme a la pesa que tengo junto a la cama, me di cuenta de que marqué un poco menos de peso que ayer, casi un kilo menos. Y eso que supuestamente no había hecho mi rutina de ejercicios diarios. Pero sí, anduve en bicicleta e intensivamente tanto de ida como de vuelta y estoy seguro de que eso debe haber ayudado.
Por ejemplo, ayer en mi retorno a casa, tuve que pasar a comprar 4 kilos de comida para nuestros perritos. Y obviamente fui en bicicleta. Y el fin de semana largo fui a cada rato al supermercado, en bicicleta.
Cada vez que me subo y me bajo de la bici siento una libertad y un bienestar porque además voy pensando en que cada pedaleo está aportando un granito de arena en mantener un buen estado de salud.
Así que cada vez que ando en bicicleta, voy sumando minutos de ejercicio y ahorrando tiempo en mis desplazamientos aprovechando de avanzar en mis metas diarias de movimiento y mejoramiento de mi estado de salud. Y casi gratis.
¿Y tú, hace cuánto que no andas en bicicleta? Si puedes, podrías intentarlo ; )
Gracias Nelson por compartir tu experiencia.
Hace poco también comencé con la bici, el domingo pasado rompí record con 18 Km.
Saludos.