La aventura de levantarse a las 5
Aunque sea sábado, aunque no sean las 5, acá te cuento parte de mi historia reciente
Había una vez un hombre, común y corriente, director de carreras en una institución educativa, padre de tres hijas, esposo y dueño de dos pequeños y cariñosos pugs que exigían atención y disciplina. Cada mañana, antes de que el sol se levantara, sus pequeños compañeros de cuatro patas lo despertaban para iniciar el día; era una rutina inevitable, casi un ritual matutino que marcaba el inicio de su jornada. Sin embargo, dentro de esta rutina había un deseo mucho más profundo: mejorar, no solo su salud y su estado físico, sino toda su vida, desde los resultados financieros de su familia hasta su desarrollo personal
Un día, tras leer El Club de las 5 am, el hombre sintió la llamada a la aventura de levantarse temprano y hacer del ejercicio un hábito. Había estudiado a los grandes maestros como Brian Tracy, Tony Robbins, y Marian Rojas Estapé. El conocimiento estaba ahí, resonando en su mente, como la promesa de un mundo mejor: si controlaba sus mañanas, controlaría su destino.
Motivado, decidió levantarse antes de que el sol se asomara y con un vaso de agua y una fruta como primera acción, se preparó para comenzar su viaje. Durante un tiempo, la constancia fue su aliada; los resultados se hacían notar y el optimismo lo empujaba hacia adelante. Cada paso que daba, cada gota de sudor en las mañanas frías o cálidas, lo acercaba más a esa versión de sí mismo que anhelaba ser: un padre más saludable, un profesional más enfocado, un ser humano más completo y llegó a bajar hasta 10 kilos en los tres primeros meses.
Pero como en toda gran travesía, surgieron los obstáculos. La vida diaria, con sus responsabilidades y demandas, la rutina en el trabajo, los paseos de los pugs al final del día, y lo que en un principio parecía un reto emocionante, pronto se transformó en una lucha constante con su mayor enemigo: la procrastinación. A veces, la falta de resultados inmediatos le hacían perder la fe; otras veces, la falta de regularidad y la impaciencia lo empujaban de vuelta a la mediocridad.
Y en esos momentos de duda, el hombre se encontraba a sí mismo en medio de una batalla interna, donde no solo luchaba contra el tiempo, sino contra su propia autoestima. El miedo a no lograrlo, a volver al punto de partida, a no ser el modelo que quería ser para su familia, lo hacía cuestionarse si realmente valía la pena el esfuerzo diario.
Sin embargo, cada héroe tiene un mentor, y en este caso, el mentor no era un personaje externo, sino la voz interna de todos esos libros y experiencias que había acumulado. Recordando las enseñanzas de Brian Tracy sobre la disciplina, los consejos de Tony Robbins sobre visualizar el éxito, o los mensajes de Napoleón Hill sobre la persistencia, comprendió que la verdadera batalla era contra él mismo. Se dio cuenta de que, como un guerrero que cae y se levanta una y otra vez, no se trataba de ser perfecto, sino de ser constante.
La verdadera victoria estaba en cada pequeña elección: levantarse temprano, ducharse con agua fría, tomar ese vaso de agua, salir a caminar con sus pugs, incluso cuando el cuerpo pedía unos minutos más de sueño.
Y así, el hombre decidió que cada día sería una nueva oportunidad para crecer, sin importar cuántas veces hubiera fallado antes. Entendió que, como en cualquier viaje, la grandeza no se encontraba solo en la meta, sino en cada paso dado. Y cada mañana, desde esta semana de octubre de 2024, el hombre se ha embarcado de nuevo en su misión. Porque la constancia se construye día a día, y con cada amanecer, el hombre sigue luchando para convertirse en la mejor versión de sí mismo para su familia, sus hijas y, lo más importante, para él mismo.
Y tú, a raíz de tu propia historia, recuerda: los grandes cambios empiezan con un solo paso. Y no hay mejor momento para comenzar que ahora, aunque sea sábado, aunque no sean las 5 de la mañana.